Como sucede cada cuatro años, los Juegos Olímpicos marcan un antes y un después en las formas de juzgar y en las maneras de ejecutar los ejercicios en la gimnasia artísitica. En Pekín se probará por primera vez la puntuación "sin 10", que ha sido cuestionada y analizada desde el primer torneo oficial en el que se aplicó.
El hecho de que la nota máxima no sea el 10 trae grandes desventajas para el deporte, sobre todo en un país como Argentina donde hacer danza clásica, saltar en trampolín o hacer doble mortal en viga, es todo lo mismo. Intentar explicarle a amigos o familiares por qué series con caídas valían más que series sin dificultad, o por qué ganaban las gimnastas de otras provincias en los nacionales si "hacían lo mismo que vos", era una misión imposible.
El problema se acrecentó cuando el máximo pasó a ser incierto. Catorce, quince, dieciséis.... ya nadie entendía nada. Cambiar el esquema, que era similar al de cualquier examen de colegio, provocó dudas hasta en los propios entrenadores. Que no exista más la perfección en la gimnasia sería como que en el fútbol no existan goles; es aumentar las exigencias sin fijar las metas.
En fin... la muerte del 10 trajo aparejada una "elitización" de la gimnasia. Si antes el deporte no era popular, menos lo sería si los aficionados que sólo cada cuatro años miran por televisión algo de esta disciplina no entiende por qué ganan los que ganan y por qué pierden los que pierden. Eso no sería nada si el cambio hubiese implicado una mejora en la disciplina y para sus protagonistas. Sin embargo, las lesiones, las presiones y el aumento de la brecha entre países líderes y países que ni siquiera figuran en la tabla crecieron drásticamente. Además, la elitización se vio a nivel mundial, donde la dificultad se ubica por encima del arte y la gimnasia es cada vez más gimnasia y cada vez menos artística.
Las fallas del nuevo código fue analizada días atrás por el Comité Ejecutivo de la Federación Internacional de Gimnasia (FIG), cuyos integrantes ya están pensando en el Código que se utilizará a partir del 2009. Según informó la revista IG, ls modificaciones buscan promover la naturaleza artística del deporte y aumentar la seguridad en los ejercicios.
El Código de la rama femenina reduciría el número de ejercicios obligatorios de 10 a 8 elementos. Aunque todavía se está en una etapa preanalítica, pues recién en agosto del 2008 se verán las ventajas y desventajas para la competencia olímpica, reconocer los errores es el primer paso.
Sin embargo, la FIG sigue sin analizar cambios que parecen cruciales a la hora de la competencia. El hecho de que gimnastas como la mexicana Elsa García queden fuera de los Juegos Olímpicos por una lesión, cuando su rendimiento fue excelente durante toda su carrera, dan bronca y le quitan esperanzas a las gimnastas en formación.
Todos estos análisis pueden ser trasladados al nivel argentino. Las dificultades, económicas y técnicas, siguen siendo la vedette de la gimnasia artística. Aunque ha habido algunos adelantos, el monopolio de Capital Federal y Buenos Aires en los podios nacionales deja en evidencia que la mayor dificultad en las series no amplía la participación, sino que diferencia cada vez más.
Al parecer, el 10 no va a volver, pero poder aplicar los cambios a nivel nacional sin perjudicar a las gimnastas del interior y elevando el nivel de las deportistas de élite, es un paso que se debería tener en cuenta de cara al 2012.
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