“Al aumentar la exigencia se pierde lo artístico de la gimnasia”

La mejor gimnasta de la historia argentina, Romina Plataroti, nos reservó parte de su agenda y contestó algunas preguntas al blog. Habló de su carrera, los recuerdos y los proyectos, y compartió algunas opiniones sobre la actualidad de la disciplina.

Romina Plataroti es la mejor gimnasta argentina, de eso no hay dudas. Cinco Olimpia de Plata y una medalla de bronce en el All Around de los Panamericanos de La Habana (1.991) lo acreditan. Horas de entrenamiento, viajes por el mundo y la satisfacción del deber cumplido son el mejor recuerdo de sus años en competencia, que comenzaron desde muy pequeña cuando a los seis años ganó su primera medalla, un trofeo que conserva junto a las preseas más importantes de su carrera y que, en nuestro país, sólo ella pudo ganar.

Bronce en salto y suelo de los Panamericanos juveniles de Tallahasee, Florida, EEUU (1.990); oro en viga y suelo en la Copa Panamericana de Vitoria, México (1.989); y ser la primera gimnasta argentina clasificada en un Campeonato Mundial para los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, son solo algunos de sus frutos, logros los que Romina relata con orgullo pero sin nostalgia:

- ¿Qué es lo que más extrañás de tu época de gimnasta?
- Actualmente nada en particular. Me encuentro muy contenta y satisfecha. Sigo ligada a la gimnasia y al mundo del deporte en general desde otro lugar y otros roles.

Romina es licenciada en Psicóloga y se especializó en deporte. Actualmente trabaja como asesora de la dirección de Deporte de la Ciudad de Autónoma de Buenos Aires. “Con cada una de estas actividades siento que puedo realizar aportes positivos al deporte que tanto me ha dado. Quizás el hecho de que no haya extrañado tanto o extrañe, puede deberse a que el retiro de la actividad ha sido elección mía. Decidí entrenar hasta los Juegos Panamericanos de Mar del Plata 95’ y dar cierre con éste a mi carrera deportiva. En aquel entonces había cumplido 18 años; me sentía muy satisfecha con todo lo que había obtenido y experimentado a través del deporte, el haber participado en un Juego Olímpico, por ejemplo. Resultados deportivos que me había planteado como objetivos y había logrado”, asegura.

Con respecto a los recuerdos, una de las cosas que aparecen más fuerte en su cabeza es el día a día: “la satisfacción que sentía al realizar determinados ejercicios, el tener pequeños y grandes logros luego de haber trabajado fuerte para obtenerlos. Es una sensación que está muy presente en mi persona”. Pero los viajes, los torneos y la posibilidad de conocer otros mundos también giran entre sus palabras a la hora de recordar los años de triunfo:

“El conocer otras culturas y personas de otros países del mundo ha sido también muy enriquecedor”, señala y recuerda con tristeza que siempre había algún problema para poder viajar.

Es que cualquiera que haya practicado este maravilloso deporte podrá decir que no todo es color de rosas. Y así lo explica Romina: “tuve momentos de bronca o cierto enojo, que después evaluaba, pasaba e intentaba que me sirviera para crecer: algún entrenamiento que no era del todo bueno. Torneos en el cual fallaba en algún ejercicio que solía salirme.

En alguna oportunidad, estar en desacuerdo con algún juzgamiento que en lo personal no consideraba del todo correcto. Al igual que no coincidir con ciertos conflictos que en oportunidades se presentaron y a mi entender en varias disciplinas deportivas aún lamentablemente existen, entre dirigentes, entrenadores… que no me resultaban lógicos y del todo justos”.

Pero el esfuerzo trae sus recompensas, y las horas de entrenamiento, las broncas con los desacuerdos, parecen borrarse cuando relata el momento que más alegría le dio a su carrera.

“Recuerdo cuando finalicé el último aparato en el Campeonato Mundial de Indianápolis 1991, leí en el cartel electrónico la posición en la cual había quedado y me enteré que había clasificado para ir al año siguiente a los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. La fiesta de inauguración de los Juegos también fue hermosa, por lo que significaba para mí estar allá. Ese día sentí que un sueño se había cumplido”.

También se hacen presentes la Copa Panamericana en México, cuando tenía sólo 12 años, en la que ganó sus dos primeras medallas doradas en un torneo fuera del país. Estar en el podio y escuchar el Himno Nacional Argentino, la medalla en el all- around en los Juegos Panamericanos de Cuba 91, diversas experiencias con compañeras y gimnastas de otros países. “La verdad que son muchísimos momentos de alegría y algunos no tienen que ver sólo con los resultados deportivos”, acota.

Es que convivir en la Villa Olímpica con tantos deportistas y conocer a Nadia Comaneci son recuerdos que nunca se le van a borrar. Pero Romina es sencilla, tanto como sus expresiones, y aunque haya un ejercicio en el Código de Puntuación de la FIG que lleve su nombre, el hecho de lograr un pequeño avance en sus rutinas ya era motivo de felicidad. Y así recuerda “cuando recién había comenzado a entrenar el día que me salió el kip en paralelas, el cual me había costado mucho”.

La experiencia y la importancia de su paso por el deporte, le dieron la oportunidad de colaborar con la disciplina desde otros aspectos. Es docente, da conferencias, desde su profesión como psicóloga ayuda a equipos deportivos , especialmente a gimnastas, y cada vez que hay algún gran evento deportivo, de esos en que la gimnasia se transforma en la vedette de la pantalla, Romina dice presente y explica a espectadores y conductores por qué la gimnasia es un juego tan lindo, pero tan complicado.

-Al mirar tus videos de Barcelona 92, se ve que los ejercicios eran más sencillos... ¿creés que es bueno que cada vez se exija más dificultad en las rutinas?
- El hecho de que los ejercicios cambien y se hagan mayores dificultades es natural. Si vemos a Nadia Comaneci en los Juegos Olímpicos de Montreal 76’, podemos darnos cuenta que la gimnasia avanza año tras año.

- ¿Te gusta el nuevo código de puntuación?
- El cambio de código, no me convence demasiado. Si tengo que rescatar algo bueno, sería el hecho de que se “premia” o se valora a las gimnastas que realizan ejercicios de mayor exigencia que otros. En los últimos Juego Panamericanos Río 2007 veíamos que había gimnastas que fallaban pero que al ser las series con mayores dificultades lograban buenas notas, por la nueva manera de evaluar.

No me gusta, que se pierda lo artístico que tiene la gimnasia. Me da la sensación que al exigirles a las gimnastas cada vez mayor dificultad, no queda lugar para ese aspecto. Donde más lo observo, es en los ejercicios de suelo, donde ya no queda tiempo para hacer enlaces y bailar debido a que se piden cada vez más diagonales.

Inspirada en el estilo de las gimnastas rumanas que siempre le han gustado mucho, así ve Romina Plataroti a la gimnasia de hoy. La joven que obtuvo siempre medallas de bronce en el aparto viga de los seis torneos Iberoamericanos que participó y que a los 11 años fue subcampeona Sudamericana de mayores, cuenta de esta forma sus anécdotas, mientras se reparte entre la función pública y su vida privada y colabora para mejorar esta disciplina, porque ser la mejor gimnasta del país parece no alcanzarle.

Algunos ticks:

Gimnasta preferida:
Nadia Comaneci (Rumana)
Oksana Omelianchik (Rusa)
Daniela Silivas (Rumana)

Aparato preferido:
Viga y Suelo

Torneo que más recuerda:
Copa Panamericana México 89’
Juegos Panamericanos de Cuba 91’ Campeonato mundial Indianápolis 91'
Juegos Olímpicos Barcelona 92’

Agradecemos a Romina su predisposición y las fotos
Pueden conocer más sobre ella en www.rominaplataroti.com.ar